Las ideas que aporto hoy tienen varias caras, algunas aristas y unos cuantos matices.
En principio una lectura rápida del título puede llevar a la persona que lo lee automáticamente a la percepción de que el hecho de “vivir” es alcanzar una vida estable, acomodada y dentro de los estándares que como sociedad hemos adoptado y por contra “sobrevivir” es ir con la soga al cuello llevando una vida con sobresaltos, nada estable y cambios continuos.
Desde este punto de vista, la elección puede parecer clara, pero un análisis más profundo quizás podamos entrever alguna trampa que suele ser visible cuando ya llevas un buen trecho del camino, o ya en el final de este.
En un camino, la vida suele ser plana, sin muchos sobresaltos, con subidas y bajadas; en otro, una montaña rusa con los pies en tierras movedizas y también con sus vaivenes. En ambos casos existen renuncias, que se convierten en las cicatrices de nuestros cristales rotos de nuestro caminar.
De todos modos, mientras que unas renuncias te van apagando y con ello aquellos anhelos de antaño, las otras te van llevando a la otra orilla donde esa paz y plenitud que siempre buscaste, te va encontrando.
En un mundo donde cada vez más se pide autenticidad, que se comunique desde la transparencia y coherencia, dejando atrás la fachada que la moda de turno impone únicamente con el objetivo de atraer, manipular o incidir en los demás, el título de esta reflexión cobra, si cabe, un mayor sentido. Ya lo dice un refrán: «cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar». Es toda una señal de que los tiempos nos avisan que esa autenticidad, transparencia y coherencia que pedimos fuera de nosotros, también debe empezar dentro de cada persona.
Cada vez se vive más rápido; la sensación de que el tiempo se acelera se hace más evidente y observamos cómo se van abriendo nuevos paradigmas en cualquier actividad que realiza el ser humano, los cuales rompen esquemas arraigados en la conciencia global.
También vemos como esa búsqueda espiritual se va abriendo paso. Quizás los caminos que antaño recorrieron por separado ciencia y espiritualidad, tienden a cruzarse en estos tiempos, ya que ambas son inherentes al ser humano. Mientras una busca entender el mundo físico en el que vivimos, la otra busca comprender e integrarlo con el mundo superior del cual venimos; crece la una y la otra también.
Albert Einstein dijo: “No se puede resolver un problema desde el mismo nivel de conciencia que lo creó”
Así, pues, la dicotomía vivir o sobrevivir puede que la hayamos invertido hasta ahora, pues en una, las expresiones “si hubiera” se agolpan en el baúl de nuestros recuerdos con esa melancolía que los acompaña, la otra nos empodera para seguir creciendo. Una se instala en una rutina conocida que nos ofrece una sensación de seguridad con pies de barro, la otra nos impulsa a buscar nuestra mejor versión mientras el mundo que nos rodea florece, dando sentido a la frase de Marcel Proust “aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.
Esa percepción la podremos cambiar desde una conciencia más elevada. Esta la obtendremos si recorremos un camino de crecimiento personal y espiritual, ambos únicos e intransferibles de cada ser humano, sin dogmas ni cadenas que lo frenen.
Formas parte de esta humanidad, tienes tu papel en ella, y tan importante como el de los demás. Que decides, Vivir o Sobrevivir. Recuerda que decidir es un acto consciente, ya que elegir, elegimos siempre.
Feliz semana
Josep María Verdaguer
Autor / Mentor
Artesano de la Esencia
Web: https://josepmariaverdaguer.com/
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Perfil emprendedor, inquieto y muy responsable.
Es una persona de trato muy agradable y de fácil encaje en cualquier equipo de trabajo.
Diría que lo que más le apasiona es tender puentes de unión entre asociaciones, empresas en el ámbito nacional e internacional y sin duda ése es su fuerte.
Aunque no hayamos compartido un proyecto concreto, me gustan de Josep Maria su honradez, la comunicación directa y el profundo conocimiento en materia internacional. Sin duda una persona con muchos activos.
Conozco a Josep Maria suficiente, para poder asegurar que su implicación y compromiso en cualquier proyecto en el que esté involucrado será total.
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