Me gusta entrar en el origen de las palabras ya que éstas crean realidad, para ver, cómo van transformándose y en algunos casos distorsionando su origen en la utilización que se le da en la actualidad.

Es habitual confundir abundancia y prosperidad como si describieran lo mismo y es aquí donde, a partir de un análisis propio, compartir una visión e invitar al debate o a la simple reflexión.

Sin entrar en mucho detalle etimológico, pues soy simplemente un curioso aprendiz, Abundancia, viene del latín “ab” – salirse del límite, desbordar; “unda” – ola, generalmente ola de mar, y el sufijo “ia” que significa cualidad de. La abundancia podríamos relacionarla con la vida y como ésta se despliega, se desborda e irrumpe para mostrar toda su belleza. La semana pasada hablaba de la semilla y cómo ésta tiene toda la energía y sabiduría de la creación.

Prosperidad, viene del latín “pro” – hacía delante, y “spes” – esperanza, esperar confiado, expandirse. Así pues, podríamos relacionar la prosperidad como la esperanza o el hecho de expandirse yendo hacia adelante, hacia el futuro, ser próspero y aquí remarco lo que hablaba la semana pasada, lo que pones foco se expande, a lo que te resistes, persiste, lo que aceptas, transforma.

Por lo tanto, para mí, así como la vida expresa su abundancia con la naturaleza, también lo hace con nosotros. Siempre va a nuestro favor, está todo dispuesto para cada uno, para hacer un recorrido y transitar nuestras negatividades propias, ajenas y/o heredadas para desvelar el ser que ya somos, y sentir la abundancia que ya hay en nosotros. y quizás con la prosperidad, nos cuesta ver, sentir o saber lo que anhela nuestro corazón y nuestra mente, juntos, para obtener logros alineados con quienes somos realmente.

¿Será que la abundancia y prosperidad tienen que ver más con el sentir que con la razón, el cómo nos sentimos por dentro? De ser así, ¿qué es lo que más nos cuesta a la hora de tomar una decisión, para buscar en nuestro interior? ¿por qué nos empeñamos en seguir buscando afuera, cuando la sabiduría está dentro? ¿qué es lo que más nos frena?

Aporto, además, otra reflexión, ya que como curioso, he constatado cómo conocimientos ancestrales y/o tradiciones culturales crean dogmas y, mientras unos alaban la prosperidad, otros la carencia y/o pobreza, la falta de. ¿Tendrá algo que ver nuestro sentir abundancia y prosperidad con los pensamientos arraigados que acaban condicionando nuestro pensar y actuar? Cuestionarse es una brújula que nos permite avanzar en medio de la oscuridad.

Como ya he comentado, nos cuesta, habitualmente, saber cuál es nuestro verdadero anhelo que sale de nuestro corazón y, por otro lado, cuando nos trazamos un objetivo, solemos poner el foco en el resultado en lugar de ponerlo en los pasos que hemos de hacer para llegar, es decir, empezamos la casa por el tejado.

Concluyendo, quizás la prosperidad podría ser el anhelo, la esperanza de expandirme, de crecer; de desvelar quien soy, sintiéndome, conforme avanzo, que ya soy próspero. Y la abundancia podría relacionarse con visualizar, sentir cumplido ya, el sueño, anhelo o propósito que nos impulsa a avanzar, donde el mismo no sería lo más importante, ni el foco donde deberíamos poner atención, ya que al hacerlo implícitamente hay necesidad, carencia, sino en lo que voy descubriendo mientras llego a él – camino – en quien me voy convirtiendo a cada paso que doy, aceptando que cada uno de esos pasos – lo que propone la vida y como reaccionamos – me va proporcionando lo que necesito para dar el siguiente. Aquí la gratitud es la llave maestra que nos impulsará a crecer y la humildad la que abrirá nuestro corazón para finalmente sentir que ya somos abundantes.

¿Qué propósito, objetivo o anhelo tienes? ¿De dónde surge? ¿Sientes la prosperidad en ti? ¿Dónde pones tu foco? ¡Atrévete a confiar en la vida que siempre busca que florezcas en toda tu plenitud!

13 de julio 2024

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