En mi camino de vida, he podido conocer el mundo empresarial, he aprendido a amarlo, a valorarlo y sobre todo a comprender a la persona que hay detrás y que, con su sueño, su emoción que lo impulsa, crea universos y los hace crecer.

Mucho se dice del mundo empresarial y de las personas empresarias, y es cierto que han de cambiar muchos aspectos, ¿pero quien está libre de hacer cambios en aquella actividad a la que se dedica, en su vida misma…?

Me fascina el poder de creación del ser humano, algo inherente en él y que hemos olvidado. Nos cuesta comprender que crear, creamos a cada instante de nuestras vidas y la mayoría de las ocasiones lo hacemos inconscientemente, y ese es el quid de la cuestión, donde deberíamos poner el foco, el Reto.

Acostumbramos a permitir que el día a día nos engulla caminando por la vida sin pausa alguna, con el piloto automático, reaccionando la mayoría de las veces a lo que la vida nos propone, buscando fuera “el culpable” de una u otra situación que nos incomoda, sin darnos el permiso de mirar en nuestro interior para empezar a comprender que hay detrás de cada incomodidad, que al fin y al cabo provocamos nosotros mismos, o quizás ese Ser que hay dentro de cada quien y que mueve los hilos porque sabe lo que realmente es importante para nosotros, para que aprendamos, para que aceptemos, para que veamos aquello que vemos en el otro y que es lo mismo que llevamos nosotros dentro, el otro es nuestro espejo.

Así el camino de la vida, en cualquier actividad que realizamos, se convierte simplemente en el vehículo para que crezcamos, para llevarnos a ese lugar donde si tenemos la valentía de mirarlo, de traspasarlo, vamos a encontrar esa Paz que andamos buscando, la mayoría de las veces, desesperadamente.

El otro día tuve el honor de compartir con una persona que está al frente de un grupo empresarial con 2000 personas, y con ellas las familias de cada una de ellas.

Me habló que, para él, la dirección se componía de un 80% de negociación y un 20% de estrategia (regla de Pareto…), donde la marcha de ese trasatlántico dependía de la fuerza de aquellas 2000 personas y la capacidad de negociación que él transmitía.

Entendía que todos llevamos una mochila fruto de nuestros pensamientos y emociones de lo vivido, bebido desde nuestra infancia y quizás más allá…Sabía que, con paciencia, sin pretender enseñar nada, iba sembrando semillas para que cada quien utilizara las que le resonaban más para que esa mirada hacia fuera girase para adentro y comprendieran o quizás empezara a abrir puertas donde la consciencia emergiera.

Admiré su camino consciente manejando situaciones del día a día con conciencia, paciencia y compasión, mostrando sin juzgar ni mandar, un camino que consideraba que le hacía mejor, cultivando las virtudes que honran al Ser Humano como un acto de AMOR hacia uno mismo y hacía el prójimo, uniendo el buen hacer de la empresa con el camino de cada una de las personas que en ella participan. Sin ellas nada se haría, Todo lo que nos rodea, TODO, fue y es creado con anterioridad en la mente humana que dirige nuestros deseos y decisiones.

Me compartió que el camino que queda por transitar es arduo y largo, quizás hoy en día son mensajes, miradas, pensamientos que con muy pocos puede compartir, ya que la tendencia es totalmente la contraria.

Quizás ese es el RETO al que nos enfrentamos: CREAR desde la consciencia, empezando a liderarse a un@ mism@, para así poderlo hacer a los demás.